Dios, los Niños y el Abuso

El abuso en los niños está muy presente en la actualidad. Justo en este momento que se está leyendo este pequeño escrito muchos niños están sufriendo abuso de distintas formas. Pero, para entender esta problemática se debe dar una definición de lo que significa abuso y para Betty S. de Constance abusar significa: «(1) hacer uso excesivo o indebido de algo; (2) aprovecharse de alguien». Entonces, se puede entender que abusar de un niño tiene las connotaciones exactas de hacer un uso contrario e indebido de su naturaleza, por lo tanto, se puede decir que el agresor se aprovecha del niño por el simple hecho de su condición de niño. Además, es importante reconocer los distintos tipos de abuso por los que puede atravesar un niño, dentro de estos se pueden encontrar: el abuso verbal, el abuso emocional, el abuso físico y el abuso sexual.

Tomando en cuenta lo anterior y ante la inminente problemática que sufre la niñez en estos días es necesario plantearse dos preguntas importantes y reflexionar sobre ellas. Siendo la primera pregunta: ¿qué respuesta se le debe brindar al niño, niña o adolescente abusado? No es una pregunta sencilla de responder, sin embargo, se intentará dar una respuesta que responda a este dilema que afecta grandemente a nuestra sociedad, especialmente a la sociedad guatemalteca, en Salmos 10:14-17 dice:

«Pero tú ves los problemas y el dolor que causan; lo tomas en cuenta y los castigas. Los indefensos depositan su confianza en ti; tú defiendes a los huérfanos. ¡Quiébrale los brazos a esta gente malvada y perversa! Persíguelos hasta destruir al último de ellos ¡El SEÑOR es rey por siempre y para siempre! Las naciones paganas desaparecerán de la tierra. SEÑOR, tú conoces las esperanzas de los indefensos; ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás. Harás justicia a los huérfanos y a los oprimidos, para que ya no los aterre un simple mortal».

Estos versículos reflejan una plegaria en la cual se le pide la destrucción de los malvados. Además, reaccionan ante las personas que no tienen principios morales que guíen sus conductas diarias, y utilizan el poder que ostentan para hostigar, herir y aprovecharse de las personas más débiles». Las palabras finales del salmo son declaraciones de fe y esperanza para la gente que sufre. Dios escucha el clamor de la gente humilde, los anima y les presta atención. El Señor hace justicia al huérfano y al oprimido, pues su propósito es erradicar la violencia de la tierra. De acuerdo con el salmo, el Dios bíblico tiene el poder, la autoridad y el deseo de finalizar con las actitudes de maldad que traen injusticias en la humanidad. (Pagán, S. 2007 p. 157).

Visto lo anterior es necesario pensar en la segunda pregunta: ¿es la voluntad de Dios que los niños sufran abuso? Esta pregunta es necesario responderla a la luz de Santiago 4:1-2 que dice: «¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior? desean lo que no tienen, entonces traman y hasta matan para conseguirlo. Envidian lo que otros tienen, pero no pueden obtenerlo, por eso luchan y les hacen la guerra para quitárselo. Sin embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios».

Santiago nos ofrece una valoración divina de la naturaleza humana y de las causas reales a las guerras, la lujuria, la codicia y el amor desmedido al placer. Entonces, podrimos pensar que: «en un mundo ideal no habría pecado y, por tanto, no habría abuso sexual. Pero como no vivimos en mundo ideal. Vivimos en un mundo de profundo malestar, un mundo en el que el pecado ha entrado y ha tenido un efecto devastador» Entonces, una respuesta concreta a la pregunta ¿es la voluntad de Dios que los niños sufran abuso? La es respuesta es un no. Porque la voluntad de Dios desde la creación del mundo ha sido desarrollar un mundo libre de pecado, sin embargo, el ser humano por satisfacer sus deseos más perversos y no aceptar la responsabilidad de sus acciones se plantea este tipo de preguntas que elevan la responsabilidad a Dios y que exista un culpable, de esta manera evitar que las personas que comenten abuso a los niños sean los responsables directos de estas atrocidades.

En conclusión, mientras el corazón de los hombres esté lleno de perversidad y pecado los abusos continuarán y sólo cesarán cuando los seres humanos vuelvan su corazón a Dios.

Bibliografía:

Constance. S. B. (2013) Más que maestros: Ayudas para el cuidado pastoral del niño, Buenos Aires, Alianza, 214.

Santa Biblia, versión Nueva Traducción Viviente. (2009). House Publisher.

Pagán, S. (2007) Comentario De Los Salmos Patmos.

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